Escribí la última entrada de este blog hace aproximadamente dos años. En aquel momento os mostraba unos cielos con cirros (esas nubes altas formadas por cristalitos de hielo de aspecto fino y delicado) que había visto desde el Observatorio de Izaña, en Tenerife, lo que fue mi centro de trabajo (en realidad fue mucho más que eso) durante casi seis años.
Pues bien, en los dos últimos años una cascada continua de avatares personales y profesionales me llevaron a trasladarme de Tenerife a Madrid, y en la capital de España es donde vivo y trabajo ahora. Dos pequeñas fierecillas no me dejan mucho tiempo libre, pero espero poder ir poco a poco alimentando este blog con fotografías y quizás, con otras cosas. Ya iremos viendo.
De momento, lo que sí puedo decir es que, a pesar del grave problema de contaminación que padece la urbe madrileña (especialmente los días invernales anticiclónicos), en los casi dos años que llevo viviendo aquí me he dado cuenta de que al dicho «de Madrid al cielo» puede añadírsele una variante muy apropiada y satisfactoria para los que nos gusta mirar hacia arriba: «de Madrid, el cielo»
Yo creo que hoy está bastante claro: de #Madrid, el cielo.— Rubén del Campo (@Rub_dc) 10 de mayo de 2018
Rayos crepusculares creados por cúmulos. El círculo luminoso que asoma por la puerta de Alcalá es, efectivamente, el sol. pic.twitter.com/gDSyldabj9
Tuit que publiqué el 10 de mayo con una fotografía en la que la suerte se puso de mi lado: el sol asoma por uno de los arcos de la Puerta de Alcalá mientras que unos estratocúmulos generan unos espectaculares rayos crepusculares. Eso es estar en el lugar adecuado en el momento oportuno.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Puedes dejar tus comentarios sin tener que estar dado de alta en ningún blog u otra plataforma. Para ello, elige en el menú desplegable "Comentar como" la opción "Nombre/URL" (recomendable) o "Anónimo".